domingo, 17 de noviembre de 2013

Golden Pepper - Prólogo (borrador)

La verdad es que he dejado ya el NaNo pues la historia no terminaba de inspirarme. Necesitaba más tiempo para preparar la historia y tan sólo tuve un mes. Bueno, no sólo la historia, sino todo el mundo, con sus ciudades, personajes célebres e historia propia. La verdad es que me ha gustado bastante ahcerlo, pero necesitaba un mes más por lo menos. Me ha pillado demasiado desprevenida ^^U 
Pero en fin, ya que tengo escrito el prólogo, os lo dejo aquí! Gracias por leer si es que lo termináis! Que sepáis que tan solo es un borrador. 



Jessica acababa de poner al bebé en su pecho para que mamara. No podía dejar de mirar al pequeño, pues era su primer hijo. Siempre que lo tenía en brazos, ya fuera comiendo o durmiendo, a la mujer se le escapaba una sonrisa y si no fuera por lo agotada que estaba del parto y los viajes que había tenido que hacer hasta tierra, podría quedarse mirándolo durante horas y horas. Según decía su madre, al principio los pequeños no hacían nada apenas, pero una madre siempre podía quedarse embobada con tan sólo verle dormir.
Pero aparte de cuando dormía y mamaba aquél niño era muy pero que muy impaciente. Al principio, como ni ella sabía cómo dar el pecho ni él cómo beber, ambos habían terminado llorando. Al final, con un poco de paciencia por parte de la madre de Jessica, el chico había empezado a beber y no había parado durante media hora. Pero antes, el niño había berreado y gritado hasta que, por cansancio, se había quedado dormido. Su madre había acabado llorando, pero por suerte allí tenía a su pareja para animarle.
Llamaron Vaan al pequeño, en honor al primer pirata de aire que existió en el mundo de Vran. Empezó navegando como un soldado del Imperio, pero se cansó de ver cómo trataban a los pobres inocentes y decidió quedarse la nave para sí. Se le unieron unos cuantos soldados más que decidieron luchar contra el Imperio. Era el nombre perfecto para el hijo nacido en una nave pirata. Los piratas del mar decían que llevar mujeres a bordo daba mala suerte, pero los del aire no tenían una creencia tan estúpida como esa. El mismo Vaan tuvo una amante, la cual cogió el control de la nave cuando decapitaron a su amado. A partir de entonces, muchas mujeres se enrolaron para formar parte de los piratas en el cielo, entre ellas Jessica. La verdad es que más bien había sido como una fuga de casa, y ahora que había vuelto su madre le insistía que dejara aquel “trabajo” que tan sólo le acarrearía problemas.


¡Pero a ella le encantaba! Le gustaban las aventuras, jugar a dados con los demás, ayudar a arriar las velas y recoger los botines de las naves a las que abordaban. Pero lo que más le gustaba era la compañía, y que allí no se debía fingir si alguien te gustaba y querías acostarte con él; o si, en cambio, preferías no hablarle por su comportamiento. Y si querías acostarte con alguien, tampoco hacía falta ocultarlo. Su familia no era noble ni adinerada, pero habían sido sirvientes de la familia Conrad desde generaciones atrás. Pero ella odiaba todo eso, así que se fugó de casa con su tía Lea, que había sido navegante de navíos mercantes y confiaba en que ella le ayudara a buscar un trabajo en una nave. Ahora era la piloto principal de la Golden Pepper.
El bebé se despegó del pecho con un berrido y empezó a mover brazos y piernas para desperezarse. Jessica se rió un poco y comenzó a acunarlo y cantarle la canción.
-Yo ho ho y una botella de ron... -bajó la voz en un susurro cuando el chico se durmió. Le tapó un poco más con las sábanas y cerró los ojos para dormir también. Nunca hubiera dicho que tener un hijo fuera tan agotador.
Gerhald llamó a la puerta y entró con una sonrisa y un paquete en la mano. Jessica se despertó, y se dieron un beso en la mejilla. Se sentó a los pies de la cama y, tras charlar un rato, le dio el paquete que llevaba.
-No es gran cosa, pero espero que le guste a Vaan... -cuando la chica abrió el paquete soltó una carcajada al ver que era un libro de barcos y naves, con muchos dibujos.- ¿Qué? ¿He metido la pata?
-Hombre, no es el típico regalo que se le hace a un bebé, desde luego.
-Pero tendrá que aprender todo esto si viene con nosotros... Además, en unos meses seguro que aprende.
-Me temo que puedes olvidarte de ello hasta los 4 o 5 años por lo menos. Pero muchas gracias, Ger – el chico se rió también y volvió a acercarse a ella para darle un beso en los labios -. ¿Estás segura de que quieres volver a la nave? Igual deberías tomarte un tiempo hasta que el niño sea mayor. Si algún abordaje sale mal...
-No va a salirnos mal ningún abordaje. Somos los mejores piratas del aire del mundo. ¿Qué va a pasar? Nada. Seguiremos navegando por el cielo hasta llegar al fin de nuestros días. ¿No ves que con estos ánimos desanimarás al pequeño antes de que sea pirata?
-Si te quedaras en tierra me quedaría contigo. Cuidaría de ti y del pequeño como si fuera mi propio hijo.
-Ger... No empieces otra vez. Ya hace tiempo de lo nuestro...
-No terminó hasta que te acostaste con Grahn – el chico se había tomado muy en serio ser amante de Jessica, pero ella no lo veía tan claro. Estaba bien con él en la cama, pero no coincidían en la forma de ver la vida. Él también había elegido el camino pirata a ser un pescador como toda su familia. Según decía, se enroló en la tripulación por ella, pero no la conocía todavía cuando habló por primera vez con el capitán.
-Pero lo nuestro no tenía futuro -las palabras de la chica hicieron que el chico frunciera el ceño y se levantara con furia. No entendía cómo le había dejado a él, tan atento como era con las mujeres, por el capitán, que lo único que hacía era hacerse el gracioso y el valiente delante de ellas. Pero en ese instante, por la puerta apareció el capitán con un ramo de flores en la mano y una sonrisa estúpida en los labios. Se acercó a su pareja y le dio un beso en la frente, ignorando un poco al otro chico. Dejó las flores en la mesita y acarició con cuidado la cabecita del bebé.
-Nunca voy a entenderlo -dijo Gerhald en un susurro. Pero no pudo evitar sonreír al ver al capitán acariciar el rostro de su hijo. No quería darse por vencido con Jessica, pero en esa situación sería lo mejor para ambos.
-Ger... Si quieres a una mujer, lo mejor es dejarle un hijo en el vientre.
-¡Eh! -Jessica le dio un golpe en el brazo, que hizo que el capitán se riera un poco, dándole un beso en los labios a la chica para calmarla. Las palabras de Grahn tuvieron un gran efecto en Gerhald, que no dejó de pensar en ellas cuando salió de la habitación. Pero claro, tampoco quería asustar a las mujeres... no era ningún violador. Aunque siendo pirata podría haberlo sido sin que nadie le acusara por ello, puesto que ya estaban perseguidos por la ley de Elion, el continente del Este. Aunque no estaba seguro de que la violación fuera un delito en el Imperio.
Grahn se quedó mirando al chico cuando salió de la habitación, y abrazó con suavidad a Jessica, acariciándole el pelo rubio que  le caía por la espalda, enmarañado por no haber salido apenas de la cama en la semana que había estado allí. La chica correspondió al abrazo con el brazo libre.
-¿A quién crees que se va a parecer?
-A su padre, está claro -contestó él, sonriendo divertido. Los rasgos del niño todavía no estaban del todo definidos, pero todos decían que se parecía a la madre. Quizás influenciaba el hecho de que estaban en casa de la familia de Jessica...
-Una lástima... yo no quería un hijo feo -ambos se rieron con el comentario y se dieron algunos mimos más. Jessica pasó su hijo a Grahn, que le miró con los ojos brillantes por las lágrimas que le corrieron mejilla abajo. Siempre había querido tener un hijo y poder cuidar de él; enseñarle a ser fuerte, capitanear una nave y divertirse con ello ante todo. Dio un beso en la frente a su hijo, que se despertó casi al instante por el aliento a alcohol de su padre. Pero en esa ocasión no berreó ni lloró como las otras veces, pues le gustaban los fuertes brazos de su padre, que además desprendían calorcito. Se quedó dormido tras ser acunado durante un rato en sus brazos.
-Han avistado naves del Imperio al noroeste de aquí, así que tendremos que partir pronto, cariño - Grahn era un buen capitán, pues no quería que nadie de su tripulación saliera herido, así que siempre tenía en cuenta todos los peligros que pudieran aparecer.
-Pensaba quedarme una semana más por lo menos...
-Imposible, nos pillarán.
-Podéis ir sin mí y volver un tiempo más tarde...
-No pienso arriesgarme a que te capturen junto a Vaan. No pienso dejar que mi hijo sea un soldado del Imperio. Si hace falta, te cargaré en brazos hasta la nave... y si quieres hasta secuestro a tu madre para que te ayude para criar al pequeño -después de un minuto de silencio, ambos se rieron. Tina, la madre de Jessica, le había pedido que se quedara en tierra miles de veces, y miraba mal a toda la tripulación excepto a su hija. Al principio ni siquiera le dirigía la palabra a la chica, pero cuando llegó a la ciudad, con la barriga hinchada por el niño que llevaba en su interior, las cosas cambiaron. Le echó una bronca monumental, diciéndole que debería sentar la cabeza de una vez, que el niño no estaría bien con una pandilla tan extraña como aquella y que debía tener una educación como todos los demás. De paso habló también con Lea, la tía de Jessica, para que se replantease su vida y pensar en el futuro; buscando un esposo para tener hijos y empezar a trabajar en la colonia donde sus padres la habían educado. Tía y sobrina se miraron con complicidad, y ambas empezaron a decirle a Tina que debería ser ella quien se replanteara la vida, que debía vivir más y que allí era todo muy monótono y aburrido. Lo único que consiguieron fue que su cara se pusiera roja de la rabia que sentía, se diera la vuelta y no les dirigiera la palabra en lo que quedaba de día. Después de eso dejó de darles la lata con el tema de qué hacer con la vida, pero seguía insistiendo en que el niño se quedara con ella para que tuviera una vida normal.
Jessica no estaba dispuesta a separarse del hijo que tanto le había dolido tener y se negaba a seguir la rutinaria vida que tenía antes de fugarse de casa para enrolarse en la tripulación de la Golden Pepper, que era el nombre de la nave que capitaneaba Grahn. Besó de nuevo a su amante, imaginando que en adelante se haría cargo de ella y del pequeño y podrían llamarse “pareja”.
También se preguntaba si a Vaan le gustaría ser parte de la tripulación, o la dejaría en evidencia y se iría con su abuela a servir a los Conrad. Pero fuera lo que fuese, no le dejaría elegir hasta la mayoría de edad. Cuando la alcanzase, que decidiese qué quería hacer pero antes de eso protegería a su niño con dientes y uñas. Y quizás tuviera más hijos, o quizás se conformase con él.
Como si intuyera que pensaba en él, Vaan soltó un berrido en los brazos de su padre, que dio un bote y volvió a acunarlo, intentando calmarle de nuevo. A Grahn le daba un poco de miedo cogerlo todavía, pero con los fuertes brazos que tenía no pensaba soltarle. Le acarició la nariz con uno de sus grandes dedos y Vaan se lo cogió con su diminuta mano. Su sonrisa se volvió estúpida una vez más y miró a Jessica, que se estaba riendo por la cara del capitán.
-Eres tan adorable cuando no estás al mando... -Grahn gruñó un poco, pero volvió a sonreír al ver a su hijo.
-No soy adorable, soy fiero y terrible. Mis hombres me respetan y mis enemigos me temen. Soy un gran pirata -Jessica le asió del brazo para que se acercara más y le dio un beso en la mejilla.
-¿Cuándo tendremos que irnos?
-Mañana cuando salga el sol deberíamos estar ya en la nave, así que aprovecha esta noche para despedirte de tu madre. No le hará ninguna gracia si te fugas otra vez.
-¿Y seguiré durmiendo en mi pequeño camarote, aun teniendo a Vaan?
-Soy incapaz de separarme de él tras esto. Ahora dormirás en el camarote del capitán, a mi lado. Hemos comprado una cama para que quepamos los tres. Cuando Vaan sea mayor ya dormirá en tu antigua habitación. A partir de ahora vas a ser la única mujer en mi vida, si no te parece mal - Jessica se rió y acomodó su mano en el brazo de Grahn.
-Por supuesto. ¿Podré decirle a mi madre que estamos casados, entonces?
-¿Y que crea que tiene una hija que cumple sus expectativas? Ni hablar, deja que siga enfadada con su maravillosa hija.
Ambos se rieron, pero estaban de acuerdo en eso. Su madre siempre había pensado que la vida de su hija tenía que ser igual que la suya. Pero ella quería vivir su propia aventura y ser la protagonista de su historia. Y había elegido que su historia fuera de aventuras, no un ensayo ni una novela de amor.
-Estaré lista antes del amanecer. Ven junto a Lea a buscarme. A Vaan también le gusta estar con su tía.
-Sí, mejor que alguien le coja para que sus berridos no despierten la ciudad entera. Por ahora voy a quedarme un rato más junto a ti, Jess.

Cuando amaneció ya habían soltado amarras y se estaban alzando en el cielo. La madre primeriza y su hijo estaban acomodados en el camarote del capitán, que no les había dejado salir de la cama. El mismo capitán se había encargado de colocar las cosas de Jessica en su lugar y ahora empezaban a aparecer la gente de la tripulación. Primero apareció Gerhald, el antiguo amante de Jessica, para preguntar qué le apetecería para comer. Grahn le había dicho que preparara aquello que Jessica le gustara más, que cuando estuvieran en el cielo harían un banquete en el camarote del capitán para celebrar el nacimiento del primer hijo de la Golden Pepper.
Los primeros en visitarles fueron Lea y Snorre, el mecánico de la nave, que fueron a saludar a la chica y ver al bebé. Eran una pareja curiosa, ya que nadie en la nave sabía si eran amantes o tan sólo buenos amigos. Además ambos eran bastante hoscos y poco habladores, con lo que preguntar no servía de nada. Pero también formaban parte también de la gran familia, con lo que se alegraron de ver a la chica y su hijo. Y aunque no eran muy cariñosos, ambos besaron a Jessica y cogieron al bebé, que tan sólo se despertó cuando Snorre le cogió, por el olor a alcohol que desprendía su aliento.
-Estamos jodidos si al pequeño no le gusta el alcohol.
Pero Jessica estaba segura de que eso no sería ningún problema, y además ella le impediría beber hasta que ya fuera mayor. De todas formas, siendo un niño seguramente no le gustaría el alcohol, por el escozor que provocaba cuando no se estaba acostumbrado a él.
Tras estar un rato charlando despejaron la mesa del camarote y empezaron a subir taburetes para que toda la tripulación pudiera dar la bienvenida a Vaan. Humbert subió con ellos, bromeando con Jessica cuando vio que tenía el pecho fuera para que el pequeño comiera. Su barba pelirroja atraía a muchas mujeres, y siempre estaba sonriendo a los demás. Humbert era el cartógrafo principal, y siempre presentía cuándo iban a pasar cosas malas. Siendo piratas era un don bastante útil para huir de los enemigos.
Estaba todo listo cuando Grahn y Gerhald subieron con dos bandejas llenas de comida: una tenía dos globonejos rellenos de calabacín y berenjenas a dados y la otra llevaba arroz con almejas, gambas y sepia. Dejaron a Vaan dormido en la cama, rodeado de almohadas para que no se cayera y le dieran calor, y Jessica se unió a la mesa con todos sus compañeros.
-Y bien, ¿hacia dónde nos dirigimos ahora?
-Dicen que hay varios mercaderes que van del norte a Tepalon, al sudoeste. Si tenemos suerte podremos coger algunas mercancías de aquel que esté más rezagado...
-¡Oh, Tepalon! Desde allí seguro que vienen un montón de reliquias de antes de la Gran Inundación. Muchas las destruyeron, pero hay numerosos coleccionistas del continente que las buscan. También algunos magos de Orothan...
-No entiendo por qué todavía hay coleccionistas de cosas relacionadas con la magia -se quejó Humbert. Le tenía un pánico increíble a la magia por todas las historias que había oído de pequeño y tenía el presentimiento que moriría por su culpa-. Quiero decir, ¡todo el continente del Este quedó inundado por un mago loco!
-No seas idiota, no estaba loco. Era un genio, y el rey le provocó. ¿Es que no te han enseñado historia? -preguntó Snorre, moviendo la cuchara de tal manera que salpicó a Humbert con unos cuantos granos de arroz. El pelirrojo frunció un poco el ceño y le escupió un nervio de globonejo.
-Claro que lo sé, pero todo aquel que usaba magia era un loco.
-Antes era algo normal, como lo es en Orothan. El continente del Oeste no tuvo problema con seguir usándola -añadió Jessica, que también se sabía toda la historia del mundo de Vran-. En cambio, el continente del Este tuvo que buscarse la vida. Piensa que entonces sólo sabían de magia. Tardaron años hasta que la tecnología llegó a su auge. Al principio también les daba miedo, pero fueron los genios, o “locos”, como tú les llamas, los que ayudaron a todo el continente a progresar hasta lo que somos ahora.
-La magia seguirá sin gustarme, y no pienso acercarme a las reliquias de Tepalon.
-No sabes lo que te pierdes, Humbert -A Jessica le brillaban los ojos, emocionada como estaba por lo que iban a conseguir en unos días. Nunca había aprendido a usar la magia, pero tal vez algún día lo intentara. Seguro que les podía ser de utilidad en los viajes y los abordajes-. Pero ahora, el único tesoro que importa es Vaan -Jessica sonrió y alzó su jarra. Los demás hicieron lo mismo, levantándose para entrechocar los recipientes.
-¡Por Vaan!

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